No siempre la paternidad es como nos la pinta Instagram. El estrés mañanero, una contestación, las tareas, una pelea, una mala nota, no trajo el libro adecuado, llegamos tarde para los baños, otra pelea, cenas eternas, no tengo sueño… ocupan buena parte del tiempo.
Pues sí, la vida nos está llevando a ir con la lengua fuera todo el santo día, lanzando todo tipo de frases para que hagan, paren, deshagan o simplemente aceleren lo que están haciendo. Y esto no puede ser. Por eso hay que plantarse para decir basta. Hoy no. Hoy no me dejo llevar por la inercia del correcorrevengahazterminaya. Hoy no. Hoy vamos a bailar.
Vamos por la vida como si el mundo girara gracias a nuestras prisas y a las cientos de cosas que queremos dejar hechas antes de pararnos para disfrutar de forma plena con nuestros hijos, cuando en realidad debería ser al revés.
¿Por qué? Muy sencillo:
Cuando vivimos una sensación placentera, se libera un neurotransmisor llamado dopamina, que hace que queramos repetir la experiencia
De hecho, esta liberación de dopamina se asocia también a la adquisición de dinero, ropa, tecnología, likes en RRSS, drogas, alcohol… las cuales traen consigo cierta satisfacción, pero no la felicidad. Es por esto también, por lo que todas estas cosas son susceptibles de convertirse en adictivas.
Fomentar las actividades lúdicas en familia, como salir de excursión, jugar a un juego de mesa, hacer una construcción juntos, castillos de arena, recoger la cocina escuchando música y charlando con tu hijo adolescente… reforzará el vínculo que tienes con esa persona, pero también, gracias a esta liberación de dopamina, enseñará a tus hijos que las relaciones son gratificantes y les conducirá a querer que la experiencia se repita. Por eso son tan importantes las relaciones en familia, porque esto les llevará a desear relaciones positivas y sanas en un futuro.
Por otro lado, esto podemos llevarlo también a la relación entre hermanos que muchas veces tanto nos preocupa.
Según algunos estudios, se puede predecir la buena relación que los hermanos tendrán en el futuro, en función de su grado de diversión durante la infancia.
¡Pero tranquilidad! No debemos olvidar que los conflictos son normales. La mayoría de los niños discute con sus hermanos con una frecuencia muy superior a la deseada por sus padres. Debemos procurar entonces que tengan buenos ratos de diversión entre ellos y que estos sean más que los enfrentamientos.
Recuerda entonces que cuando los veas partidos de risa a las tantas de la noche, hayan puesto el baño perdido mientras imaginaban que estaban en alta mar o no prueben bocado porque no paran de hablar, efectivamente no se acostaran a una hora prudente, tocará fregar el suelo del baño y la comida será eterna, pero estarán creciendo esos lazos fraternales que tanto deseas.
Entonces… ¿bailamos?
Feliz días!